Tres días tuvieron los padres de Hayden para conseguir un hígado que le permitiera al niño de casi dos años seguir disfrutando de la aventura de la vida; la muerte de un donante le dio al pequeño la vida que poco a poco se le estaba consumiendo.
Maritza Lizeth Félix
¡Hayden, ven pa’ acá!- le grita su mamá y el pequeño se para en seco. El niño de 19 meses corretea por los pasillos del Phoenix Children’s Hospital como si estuviera en casa. Se siente como una estrella en ese lugar: los médicos lo saludan con abrazos y las enfermeras lo miman.
“Este niño no para”, expresa Natalie Ruiz y un destello de tristeza le cruza por la mirada. No hace mucho que sintió que moría cuando se enteró que su hijo necesitaba un trasplante de hígado en menos de una semana… si no, Hayden no libraría su batalla contra una insuficiencia inexplicable de su órgano.
Después de darle un biberón para que se quedara quieto, la joven madre lo toma entre sus brazos, lo calma, y el pequeño Hayden esboza una sonrisa. Está listo para la consulta; se siente bien y se le nota. Ya no está pálido ni amarillo, solo acelerado y lleno de vida.
“Creímos que se trataba de un resfriado porque a todos nos dio la gripe en la casa… y lo llevamos al doctor y no le hacían nada”, explicó Natalie. “Pero se puso amarillo, amarillo, y mi esposo me dijo que lo lleváramos al hospital, y aquí nos dijeron que el niño ya no salía, que necesitaba un trasplante de hígado y que lo necesitaba ya”.
El médico les dio menos de tres días para que consiguieran a un donante compatible; si no, el pequeño podría morir.
“Y ¿a quién le pedía yo que le diera el hígado a mi niño?, ¿quién iba a querer hacer eso?… solo su papá, él se ofreció si no encontraban ningún donante”, relató la madre.
Pero justo antes de que empezaran a preparar al papá para la operación, llegó una buena noticia.
“Cuando nos avisaron que había muerto un donante fue un sentimiento agridulce, pero gracias a él se pudieron salvar cuando menos dos vidas, entre ellas la de Hayden”, explicó el especialista Tamir Milo, director del programa de trasplantes de hígado del Phoenix Children’s Hospital.
“El hígado es un órgano que se regenera, así que con un pedacito de un hígado de un adulto se puede salvar a un niño y a otro adulto”, añadió.
El especialista dijo que el hígado del niño de 2 años se estaba “acabando” rapidísimo. La causa del malfuncionamiento la catalogó de ‘indeterminada”, como la mayoría de los casos que se presentan con mal funcionamiento de ese órgano.
“Desafortunadamente no se puede saber la causa de esta falla en el hígado y, por ende, no se puede prevenir”, explicó el especialista.
La angustia
La cirugía duró aproximadamente cinco horas, tiempo que la madre pasó pidiéndole a Dios que todo saliera bien.
“La operación fue el momento más largo de mi vida”, recordó. “Sentí un frío… se me rompía al alma por ‘mijo”.
Natalie no puede evitar que se le nuble la mirada cuando recuerda que el pequeño salió entubado, con el estómago abierto y sus órganos de fuera.
El cirujano Winston Hewitt, encargado de la operación, dijo que es normal que se “deje abierto” al niño para asegurarse que el órgano trasplantado sea aceptado. Después se realiza una segunda operación para “cerrarlo” y esa será la única cicatriz que le quede al pequeño, quien de por vida deberá de estar en tratamiento y observación. Aseguró que es muy pequeño y seguramente poco recordará del trauma de la cirugía cuando crezca… de hecho parece que ya se le olvidó.
“Hayden fue puesto como prioridad en la lista de espera porque si no recibía un trasplante iba a morir y afortunadamente la cirugía fue un éxito y se ve muy bien… la mamá lo ha cuidado muy bien”, comentó Hewitt.
“Hayden fue un chico muy afortunado que ha respondido muy bien al trasplante, y niños como él tienen una gran oportunidad de sobrevivir, más del 90 por ciento después de un año del trasplante, y esperamos que ese sea su caso”.
Según información proporcionada por la organización Done Vide, en los Estados Unidos hay más de 120 mil personas esperando un trasplante de órgano y de ellas más de 10 mil necesitan un hígado. Hayden fue un pequeño con suerte o lo que algunos llaman ángel. Arizona forma parte de la región 5 para la donación de órganos y tiene que competir con estados muy poblados como California para conseguir uno.
“La muerte es siempre algo trágico y doloroso, pero el consuelo que podemos tener es que dentro de la tragedia también se puede regalar vida, eso es lo que se hace con la donación de órganos”, dijo el doctor Tamir Milo, quien puso de ejemplo a Hayden, un pequeño travieso que sigue correteando por los pasillos hasta oír el grito de su padre. Se detiene en seco, se ríe, se levanta la camisa y enseña la cicatriz en su abdomen; sabe que lo están viendo y le encanta ser el centro de atención. Su mamá se descuida tantito y sale corriendo una vez más.
¡Es un niño milagro!