Tengo ganas de escribir. Sí, de escribir. No esas frases que se forman al presionar las teclas mecánicamente para hacer una oración; tengo ganas de liberar, de contar, de desahogar. Antes, las letras eran mi válvula de escape; hoy, son mis aliadas y mis enemigas. La rutina me ha paralizado los dedos; la premura me ha castigado la inspiración. Volveré. Cerraré los ojos. Soñaré con los párpados alterados. Me intoxicaré de literatura. Me emborracharé de recuerdos. Y volveré.