El debate migratorio: El trabalenguas de los candidatos mal informados

Es verdad, los mexicanos en el extranjero quieren derechos y protección, pero también quieren volver a casa, pero a una en donde no los mate el narco o el hambre.

ARIZONA – Leer es como besar, a quien no lo hace con frecuencia se le nota en la lengua… ¡cuánta razón en un solo dicho popular! Y el tema migratorio es para todos los candidatos presidenciales un trabalenguas.

Estuvieron en Tijuana, Baja California, a unos cuantos metros de la frontera, muy cerca de un muro e irónicamente tan alejados de la realidad. Ninguno ha logrado entender qué es lo que necesitan los mexicanos que viven en el exterior, pero sí saben cuánto significan, porque sus puestos dependen, en cierta parte, de las remesas.

Ninguno de los que podría sentarse en la silla presidencial ha logrado entender que el fenómeno migratorio no se aprende a través de libros de texto, sondeos de opinión o estadísticas sesgadas a conveniencia. No. Necesitan vivirlo.

Sería bueno que se montaran a La Bestia, cruzaran el desierto, pidieran una visa de turista sin cuenta de banco y muy pocos ingresos; sería necesario que trabajaran jornadas de 14 a 16 horas diarias y que les pagaran el mínimo, para mantener a cuatro o cinco y todavía ahorrar para mandar plata a su casa.

Sería necesario que se pusieran en los zapatos de los profesionistas que huyeron de sueldos de miseria en México que no les alcanzan para pagar la renta y mucho las mensualidades del crédito educativo.

Sería importante que vieran la pobreza, la necesidad y el ahínco. Quizá les abriría los ojos saber que no todos cruzaron buscando un futuro mejor, sino huyendo del hartazgo de la corrupción. Que no todos los que se han ido de México son soñadores, trabajadores y luchones, y que sí hay muchos que, como gobierno, les conviene que se hayan ido al extranjero.

Es casi insultante hablar del fenómeno migratorio sin entenderlo, con datos alterados y con lecciones de historias falsas preparadas por asesores políticos que -desde una prestigiosa universidad- ven todo por encima, sin ensuciarse las manos en un intento fingido de entender o gestionar.

No se vale.

Tampoco es justo que nos tachen a todos de pobrecitos porque nos vinimos, no es así la cosa, no es así.

Los mexicanos en el extranjero quieren derechos y protección, pero también quieren volver a casa. No quieren regresar como se fueron: huyendo, hartos, asqueados; quieren volver a vivir el sueño mexicano, con oportunidades, trabajos bien remunerados, sin el miedo a los asaltos, sin tener que librar una batalla diaria para no convertirse en víctimas de la violencia.

Quieren regresar a un país donde un alcalde no se jacte de que “roba poquito”, donde hay que temerle más a las autoridades que al delincuente, donde el poder desaparece a futuros cineastas y normalistas, queremos volver a un país donde ya no se sigan matando a periodistas. Quieren volver a donde no los mate el narco ni el hambre.

También es justo que dejemos de crucificar a un país que ha limpiado los platos rotos de un México saqueado por los políticos corruptos y los intereses especiales. Los mexicanos también tenemos la culpa de esta crisis, pero hay algunos que ya no quieren ser cómplices y se van “al gabacho”.

Convénzalos a ellos, a mí, con sus discursos prefabricados que estarán mejor allá que acá. No se olviden, nosotros, de este lado, también votamos.