English only: La ironía de la educación en Arizona

Ser bilingüe y bicultural en Estados Unidos sale muy caro… más en aquellas entidades en las que el Departamento de Educación ni siquiera lleva cuenta de la diversidad que hay en el sistema, mucho menos en los salones de clases; Arizona es uno de ellos. ¿Por qué? Porque así lo dicta la ley.

En las elecciones del año 2000 se aprobó una resolución que eliminaba la educación en español de las aulas públicas y establecía una política de “solo inglés” en las cargas académicas del sistema estatal. Con esto, a pesar de que uno de cada tres habitantes de Arizona es hispano, se limitaron drásticamente las instituciones que ofrecían un currículo de inmersión dual, es decir, la educación en más de un solo idioma.

A casi 20 años, el panorama no ha cambiado mucho.

Pero Arizona no fue el único en prohibir la educación bilingüe; Massachusetts y California optaron por la misma medida. Esto trajo como consecuencia un aumento en la deserción escolar, desde el preescolar hasta la universidad. Los que estudiaban inglés como segundo idioma fueron considerados como alumnos con necesidades especiales y, si su dominio del idioma oficial no era el esperado, disminuían las expectativas de éxito profesional. Los latinos y los nativoamericanos fueron los más afectados por la medida y el encasillamiento.

Irónicamente, mientras la inmersión dual ha sido considerada como un lujo para las minorías, el sector anglosajón con inglés predominante ha pagado mucho dinero para recibir una educación multicultural.

Las instituciones privadas venden la idea de una educación global, con acento en la diversidad, a través de materias en múltiples idiomas. Pero la clase media y baja han sido rezagadas a un sistema en el que para obtener clases en más de un idioma, hay que jugar un maratón constante contra la ficha negra. Para los que tienen recursos es un deseo alcanzable; para a los que les faltan, una necesidad insaciable.

La mayoría de las escuelas que ofrecen el programa de inmersión dual en Arizona son semiprivadas, es decir, utilizan fondos estatales, pero no se rigen bajo las mismas reglas que las instituciones públicas; esto les da un margen para hacer un poco más, pero no siempre los beneficiados son los más necesitados y los que realidad necesitan aprender inglés conservando su primer idioma terminan rezagados. Aun así, oferta ha aumentado según la demanda, pero con lo difícil que es navegar el sistema, el acceso aún es muy limitado.

Por desgracia, los legisladores de Arizona ni las autoridades de Educación han prestado atención a los múltiples estudios que demuestran que hablar más de un idioma aumenta las posibilidades de obtener el éxito académico y, por consiguiente, profesional. El establecer un currículo monolingüe está cortando las alas de las nuevas generaciones que sí viven en un mundo conectado por la comunicación, pero dividido por la política. El pensar en español, vivir en inglés y perderse en la traducción es el pan de todos los días.