Soy contadora de historias; para eso nací. Mis dedos se expresan mejor que mis labios, quizá será que hay algo mágico en desvelarse martillando el teclado. Unir palabras una tras otra es lo que mejor sé hacer; a veces me cuesta hilarlas, pero siempre terminan cediendo a las ideas enmarañadas en mi cabeza. ¡¿Qué puedo…